-Eras la única persona capaz de dejarme sin palabras, de hacer que me pusiera nerviosa con una palabra o con un gesto, el único que hacía que luchase por algo, la única persona a la que podía leerle los ojos y no me hacía falta saber nada más. Nunca me habían dado calambres, descargas, cuando me cogían la mano.
+¿Tú crees que podías leerme los ojos?
-Sí.Podía...Y tus medias sonrisas. Y tus miradas en espejos. Podía. Y no me hacía falta preguntarte el por qué. Si empujabas a alguien para verme, si venías a la otra punta del bar solo para verme.
+-¿Por qué tantas dudas entonces?
-Aunque no estuvieras conmigo, aunque estuvieras con otra, lo sabía. Desde el primer día, desde la primera piruleta, desde la primera conversación con tequila y trenza. Y volví a hablar contigo, y me tragué el orgullo, aunque te dijera hasta nunca... Me da igual cuándo empezaste a quererme, lo único que quiero recordar es que alguna vez lo hiciste.
+Y que no dejé de hacerlo.
-Eso quiero creer.
+Quién sabe, a lo mejor la que deja de hacerlo algún día eres tú.
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