viernes, 15 de junio de 2012

Un brindis por lo que ayer dolió y hoy ya no importa.

Soy de las que cuando ven al típico chico que está bueno le tiro del brazo a mi amiga y cuando veo a un feo por la calle le digo mira tu novio. Soy de esas a las que se las gana con un par de palabras bonitas, y si es a la cara, aún mejor. Me gusta ver a la gente pasear por la calle.  Hay días en los que lo único que me apetece es sonreír, no buscarle fallos a nada, vivir todo tal y como venga, sin preocupación alguna, vivir con una sonrisa, como una niña pequeña. Gesticulo mucho cuando hablo, canto en la ducha la canción más penosa del mundo, y arriesgo al máximo cada día de mi vida. Necesito mi tiempo para todo, pero odio que los demás me hagan esperar. También soy la que se equivoca todos los días, la que necesita llorar y gritar cuando tiene un mal día, a quien le vuelve loca reír hasta llorar , la que canta y baila, la que a veces salta por la calle sin pensar en nadie, yo soy quien sufre pensando en ti y la que a veces (sólo a veces) te echa de menos, la que daría absolutamente todo por sus amigos y su familia, yo soy a quien le afecta todo demasiado, a la que quizá la gente tache de ser rara. Sí, puede que no sea la persona más fuerte, más valiente o más decidida. Puede que me equivoque muchas veces, demasiadas quizás… Puede que me de cuenta de lo que quiero cuando ya no lo tengo, que mi lista de caprichos sea larguísima, que los malos momentos sean muchos, aunque los buenos los superen. Puede que complique lo fácil, puede que tropiece cien mil veces en la misma piedra, puede que me caiga, pero también sé que me volveré a levantar. 

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